PROSTITUCIÓN
CEC 2355
2355 La
prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye,
puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga
peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió
su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6, 15-20). La
prostitución constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres,
pero también a los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos últimos
casos el pecado entraña también un escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso
dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social
pueden atenuar la imputabilidad de la falta.