NOTIVIDA, Año VI, nº 358, 4 de junio de 2006 Por La erradicación de la “violencia contra la mujer” o “violencia de
género” es una estrategia de la “cultura de la muerte” para imponer los
“derechos sexuales y reproductivos” (anticoncepción, esterilización voluntaria, autonomía en la
elección de la orientación sexual y aborto). Los organismos
internacionales consideran que padece violencia la mujer a la que se le
restringe el ejercicio pleno de estos “derechos”. Por eso se silencia por
ejemplo, que la violencia crece durante el embarazo. A los abortistas les da
igual Este enfoque ideológico de la violencia hace además
que rara vez se mencione la violencia que ejerce la mujer –contra varones o
contra otras mujeres-. Recordemos que en la Cámara de Diputados de la Nación
hay dos expedientes sobre Violencia contra la Mujer el 294/06 del ARI, firmado
por VIOLENCIA CONTRA EL VARÓN Martin S.
Fiebert, profesor de Psicología de la Universidad de California, publicó
una bibliografía
anotada en la que se examinan las agresiones de las mujeres a sus
parejas; el estudio concluye que las mujeres
son tan agresivas, o más, que los hombres en sus relaciones de pareja. El
estudio Fiebert facilita los datos, cifras y conclusiones resultantes de 147
investigaciones especializadas, 119 estudios empíricos y 28 exámenes o análisis.
El tamaño de la muestra global de los estudios analizados sobrepasa los 106.000
casos. Por su parte la asociación para la Defensa de las
Minorías (ADM) ha realizado varias investigaciones sobre violencia doméstica en
Perú. En base a sus trabajos se puede
concluir: La violencia y la fortaleza
física Mientras que la mujer ejerce mayor violencia psicológica contra su
pareja, el hombre ejerce mayor violencia física; si bien la diferencia en cuanto
a las agresiones físicas no es significativa, la brecha se acrecienta respecto
al daño físico -son muchas más las mujeres que sufren daño físico tras
La violencia psicológica y el nivel
educación En la población con mayor educación la violencia psicológica es la
más preponderante. Un alto porcentaje de profesionales sufre violencia
psicológica por parte de su pareja –sean hombres o
mujeres-. Los convivientes son más agresivos que los esposos
En las llamadas “familias tradicionales”, donde la mujer y el
hombre no rivalizan sino que se complementan a partir de sus características
naturales, la violencia es notablemente menor que en otras formas de convivencia
en las que, buscando la “equidad”, los roles naturales se desdibujan.
La violencia del varón
decrece con la educación, mientras que la de la mujer puede
aumentar
Entre los principales predictores de violencia dentro del hogar
está el bajo nivel educativo del padre. La violencia se corresponde con un abuso
de poder –físico, psicológico, económico…- y un hombre con bajo nivel educativo
canaliza instintivamente sus agresiones aprovechando su mayor fuerza. Por el
contrario un nivel alto de instrucción en la mujer, le otorga un poder
–económico o psicológico- del que también puede llegar a abusar. A la educación
individualista y competitiva que hombres y mujeres reciben, se suma la ausencia
de políticas familiares que le permitan a la mujer compatibilizar trabajo y
hogar, lo que genera un conflicto en la mujer que puede devenir en formas
violentas. Las agresiones contra el varón no se registran porque los hombres
no hacen la denuncia Hay pautas culturales y normas sociales que inhiben al varón a
denunciar actos de agresión contra ellos (se suele decir que no es de varones ir
a quejarse de las agresiones, menos si lo agredió la mujer). Cuando
excepcionalmente el varón va a la comisaría, los policías se burlan. A la policía se la capacita para ver el
tema de la violencia familiar como un asunto de violencia contra Las políticas, programas y campañas de concientización excluyen al
hombre Los programas sociales para prevenir la violencia doméstica, se
centran en las denuncias, y las campañas en los medios de comunicación
incentivan sólo a las mujeres a denunciar a sus parejas. Del mismo modo las
encuestas sobre violencia doméstica sólo le preguntan a la VIOLENCIA EN PAREJAS
LESBIANAS Hay muchas asociaciones de homosexuales abocadas
exclusivamente a trabajar sobre situaciones de violencia en parejas del
mismo sexo. En Argentina es pionera Desalambrando creada por activistas
lesbianas para la Prevención, Asistencia e Investigación de Violencia Doméstica
entre Lesbianas. Dada la “invisibilización” de la violencia entre lesbianas la
web de Desalambrando dice que su objetivo Las mujeres también pueden ser
violentas Es un mito que las mujeres no son violentas y que no
pueden
causar un daño físico significativo. No obstante se niega la
posibilidad de que haya mujeres maltratadoras u hombres víctimas. Este prejuicio
está muy extendido y afecta en gran medida a los profesionales cuyo trabajo es
clave a la hora de detectar el maltrato doméstico: policías y empleados de los
servicios sanitarios y judiciales. Las definiciones de abuso excluyen
generalmente a las relaciones lesbianas. Existe la violencia entre
lesbianas Las relaciones de maltrato en relaciones íntimas
entre lesbianas, son una realidad mucho más frecuente, y sus consecuencias mucho
más terribles, de lo que suponemos; aunque las cifras son muy difíciles de
estimar por la “invisibilización” de A las víctimas lesbianas no les
creen Cuando una mujer heterosexual denuncia un abuso le
creen, porque se espera que el hombre sea el agresor y la mujer Las mismas lesbianas no quieren que se les hable de
violencia en parejas del mismo sexo, por lo que es muy difícil Los activistas homosexuales silencian la violencia en
las parejas lesbianas Cierto activismo gay-lésbico tiene responsabilidad,
pues en su intento por amoldarse a determinados parámetros sociales que los haga
“aceptables” dentro de la sociedad, muchas lesbianas han callado este tipo de
situaciones. En la lucha por la legalización de sus “derechos”
(unión civil, adopción…) se resaltan
supuestos valores positivos, en los que se basarían las relaciones
gay-lésbicas y se invisibiliza la posibilidad de que se den vínculos de
maltrato, porque sería “mala prensa”. Hay “silencio comunitario”. Para muchas
activistas lesbianas es mejor ofrecer a la opinión pública una imagen positiva
de sus relaciones. ¿Qué pasaría si a alguien se le ocurriera decir que no hay
nada que garantice que los chicos adoptados por parejas lesbianas no están
libres de presenciar o vivir situaciones de maltrato?
La visión ideologizada del feminismo excluye a la
víctima lesbiana El movimiento feminista que ha trabajado el tema de
violencia se ocupó sobre todo del maltrato en parejas heterosexuales, y esto ha
hecho que a las mujeres lesbianas les sea dificultoso reconocer en su propia
vida situaciones de violencia doméstica. Para el “viejo feminismo” las mujeres
no son violentas y cuando integran la pareja dos mujeres cabe esperar que no se
hagan daño. El patrón hombre-maltratador/mujer-víctima lleva a quienes sufren
violencia doméstica -pero no responden a ese patrón-, a ocultar sus problemas.
Negar esa realidad impide a las víctimas reconocerse a sí mismas como tales, un
paso considerado siempre como imprescindible para intentar
superarla. Fuentes: Desalambrando,
revista gay Advocate, Red lésbica De nosotras; Red lésbica Rompiendo el
silencio, AVP (New York City Gay and Lesbian Anti-Violence Project), Violencia
en parejas del mismo sexo por Ignacio Gallego. FIN
______________________________________ NOTIVIDA, Año
VI, nº 358, 4 de junio 2006 Editores: Pbro.
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