UN SIGNO DE NUESTRO
TIEMPO:
Una nueva sexualidad patologizada:
Homosexualidad
Por Patricia Martinez de Urcelay
(*)
Asistimos al hecho sociológico más sorprendente de
nuestros días...la pura y simple “Apología de lo Anormal”
Sí, aunque parezca anacrónico, políticamente incorrecto
o simplemente, fundamentalista, entendiendo por todo esto llamar a las cosas por
su nombre, la realidad es lisa y llanamente que la “manipulación del lenguaje”y
el “relativismo mental y moral” en que nos hallamos inmersos, propician esa
especie de sentimiento de culpa que tenemos los católicos de un tiempo a esta
parte, sumado a nuestras propias miserias entre las que se incluyen las faltas
de omisión por no evangelizar el orden social, que nos llevan a una parálisis
testimonial lacerante y vergonzosa.
Esto explicaría por qué siendo evidente y de puro
sentido común que, los tiempos modernos son posmodernos y decadentes, a la par
que, antiguos como la naturaleza humana, caída y redimida, sin embargo se
pretende negar y ocultar la inteligencia de los hechos que acontecen en la
sociedad en la cual estamos instalados.
Nos encontramos a la “intemperie existencial”...Hemos
olvidado a Dios, Autor de todo cuanto existe, incluido nuestro propio ser de
personas libres, hechas a imagen y semejanza suya.
No aceptamos nuestra condición de creaturas dependientes
y por tanto, nos “autoconstruímos” fenomenológicamente a ciegas. Preferimos el
Azar al Misterio, la Incertidumbre a la Verdad, la Anarquía al Bien y al Amor, y
así, en la contradicción más destructiva que se pueda imaginar buscamos como
adictos,la Felicidad, en pozos de agua que no sacian para la vida
eterna....
Hemos sido infieles al Amor primero...y ya cualquier
amor es egoísta e interesado, buscando poseer y absorber anulando al otro en su
propia identidad, ya que, la diferenciación se nos antoja discriminación, la
complementariedad se torna dialéctica y lucha de poder, siendo la teoría del
género el máximo exponente ideológico del feminismo radical. Así puestos,
vencido el machismo como tesís primera, opondremos el feminismo como antítesis
vital, acabando en una síntesis quimérica de una sociedad andrógina, donde la
naturaleza humana, diferenciada psicosexualmente será un estadio superado por
los tiempos modernos cuyo diseño es sustancialmente
antropocentrista.
Todo es oscuro y confuso...la realidad, los pensamientos
y convicciones, los sentimientos y vivencias, el lenguaje, y, por tanto, el ser
humano para sí y para los demás...la soledad y la incomunicación propia es la
única constante vital de nuestros días.
Vivimos en sociedades desarrolladas, con un alto grado
de consumo y hedonismo, al tiempo que con una anemia y déficit enfermizo de
humanidad...la inseguridad genera no sólo ansiedad y angustia, sino
paradójicamente, apatía e indolencia por frustración íntima de una plenitud
nunca alcanzada.
A golpe de impulsos, vivimos compulsivamente,
adquiriendo información, afectos y compañía como si la sociedad, la familia y
los otros fueran el hipermercado por el cual deambulamos a nuestro capricho en
función de nuestras necesidades más primarias....no contemplamos la peregrina
idea de hacer felices a los demás, de cultivar la Donación desinteresada como
una terapia reparadora del egoísmo personal.
Consumimos la propia sexualidad compulsivamente ,y la
“autoconstruímos” porque estamos enfermos de rectitud
moral..
Como síntoma de auténtica megalomanía prepotente,
cientifizamos la religión, la filosofía y la psicología, como si la realidad
fuese patrimonio de los “expertos”, simples mercaderes de la Sofística actual,
algunos de ellos, hijos de una cultura bastarda que ha olvidado el Ser, la
Verdad y el Bien, por tanto a Dios mismo, creador misericordioso y redentor de
nuestro pecado primero de soberbia.
Situados en este contexto religioso, metafísico y
científico, se entiende por qué el orden natural se ha invertido contranatura
como nuevo modelo cultural.
¿Y qué es contranatura? Pues tener ansia de Infinito por
ser poseedores de un alma inmortal, viviendo como absolutos inmanentes al margen
de la insaciable hambre de felicidad que nos constituye como naturalmente
religiosos.
Estar programados cerebralmente para conocer no sólo de
manera sensible, sino intelectualmente por ser espirituales y diferentes a
cualquier especie superior. Por tanto, renunciar a conocer la realidad, con su
distinción entre seres y diferentes esencias, y a obrar libremente como si
fuéramos esclavos de los apetitos y tendencias sensitivas.
Contranatura es “autoconstruirnos” psicosexualmente en
nuestra orientación sexual, como si lo genético, lo gonadal, lo endocrino, lo
genital y psicológico se pudiera silenciar por una ideología pseudo espiritual
que hable de “Dignidad y Derechos Humanos”...como si fuese humano negar y
contrariar la propia humanidad inscrita en la naturaleza y su
identidad.
Contranatura es conocer y amar la autodestrucción de
modo enfermizo como liberadora de la auténtica
personalidad.
Las desviaciones sexuales, entre las que se encuentra la
homosexualidad, son ante todo desórdenes de la propia naturaleza sexuada. Toda
persona lleva conformada de manera diferencial ya en el vientre materno durante
su desarrollo cerebral ser mujer o varón...esto implica que la neutralidad como
sucede en las cromosopatías de orden sexual son minoritarias a nivel
estadístico.
Los desórdenes hormonales más frecuentes por
alteraciones durante el desarrollo embrionario, nunca son determinantes según
los recientes estudios de neurobiólogos holandeses e ingleses, sino tal vez
predisponentes de una tendencia ambigua en la diferenciación .del
sujeto.
A nivel anatómico y funcional los picos de crecimiento
condicionan el desarrollo y el comportamiento, pero por ser precisamente la
sexualidad humana integral y , dimensionada por el orden espiritual, es libre y
dueña de su manifestación conductual. Es decir, no estamos determinados como los
animales irracionales a comportarnos ciega e instintivamente, sino como personas
que asumen su corporeidad en la unidad e integración de sus funciones vitales
por un “yo personal”,por tanto, psicológico y espiritual..
Nos descubrimos en nuestra naturaleza, nos asumimos y
nos comportamos como seres únicos, verdaderos y buenos por participar de un
orden trascendente que nos dignifica por la gratuidad de un Dios que es Amor y
Misericordia.
“La cultura de lo contranatural” es una negación de la
realidad y es una injusticia para con las personas....silenciar esta verdad que
entraña un bien absoluto para humanizar a las personas, no sólo es de
ignorantes, sino de perversidad moral, propio de culturas decadentes que
frivolizan la maldad por negligencia y estupidez.
La homosexualidad no tiene causas genéticas, ni
hormonales que puedan ser determinantes de dicha conducta, más bien sí
parecieran ser causas psicológicas y ambientales las desencadenantes de dicha
“Neurosis Psicosexual” de índole emocional.
Por ello al no ser genética ni innata, sino adquirida,
puede ser corregida en sus manifestaciones conductuales, a no ser en aquellos
casos en que el trasfondo hormonal sea de un gran compromiso biológico que haga
más ardua la recuperación.
Existe amplia bibliografía al respecto, y, tan sólo la
falta de canales de distribución pública a la sociedad, puede en parte explicar
la confusión y la mitología que se ha creado en torno a estos temas. Amén de la
expresa intencionalidad del lobby gay que prefiere mantener una nebulosa
conceptual a nivel científico, y así avanzar políticamente con la complicidad y
la debilidad de los buenos que no se atreven a participar.
La vida es un don, y la sexualidad un misterio...como
tal hay que admirarlo, respetarlo y custodiarlo, pues no somos artífices sino
vasijas de barro que aspiramos nada menos que a vivir en el Cielo, al modo
divino, por la gracia de Dios.
(*) La
autora es Licenciada en Psicología y Profesora de Antropología y Personalidad en
la Universidad de San Pablo CEU, Madrid, España.