Tres
millones de niños probeta
Preocupación por las
implicaciones éticas
Más de tres
millones de niños han nacido como resultado de la fertilización in vitro. Las
cifras las presentaba Jacques de Mouzon, del Comité Internacional para la
Supervisión de las Tecnologías de Reproducción Asistida (ICMART), informaba
Reuters el 21 de junio.
La
presentación tuvo lugar durante el encuentro anual de la Sociedad Europea
de Reproducción Humana y Embrionología, que se reunió en Praga, República Checa,
del 18 al 21 de junio. El informe del ICMART, que incluye datos de 52 países,
cubre dos tercios de todos los tratamientos de fertilización in vitro del
mundo.
El informe
hacía una observación sobre la desigual distribución de los nacimientos in
vitro. Cerca del 56% de todos han tenido lugar en Europa. Y casi la mitad se han
llevado a cabo en cuatro países – Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran
Bretaña.
Los medios
laicos han recibido bien las noticias sobre el número de bebés probeta. Pero
otros informes presentados en la conferencia no eran tan positivos. Un
comunicado de prensa de los organizadores, el 19 de junio, informaba sobre una
la investigación presentada en la reunión. Esta investigación
advertía de que las condiciones en que los embriones son cultivados en el
laboratorio durante la fertilización in vitro podrían causar errores genéticos.
Estos errores se asocian a síndromes de desarrollo y a otras anormalidades en el
crecimiento y el desarrollo, como el bajo peso al nacer.
Los temores
surgieron de la investigación sobre la impresión genética en embriones de
ratones. Dicha investigación muestra que ciertos medios de cultivo y las
concentraciones de oxígeno alteran la impresión de algunos genes. La impresión
es el proceso por que se activan o no algunos genes dependiendo del hecho de que
se hereden de la madre o del padre. Los resultados, no obstante, son sólo
preliminares, advertía Paolo Rinaudo, un científico del Centro para las Ciencias
Reproductivas, de la Universidad de California, en San
Francisco.
Otro
problema tratado en la reunión fue el hecho de que los embriones concebidos in
vitro tienen una alta probabilidad de ser masculinos, informaba el 25 de junio
el periódico australiano Sun-Herald.
El
embrionólogo australiano Jean Scott declaró a la conferencia que este fenómeno
tiene lugar cuando el embrión sigue creciendo por un largo periodo de tiempo
antes de ser implantado. Cuando el óvulo y el esperma se mezclan fuera del
cuerpo, y el embrión crece como blastocisto antes de ser transferido a la mujer,
hay un 56% de probabilidades que el bebé sea un chico.
El director
de IVF Australia, el Dr. Ric Porter, afirmó que esto ocurría debido al hecho de
que los doctores escogerían el embrión que se divide más rápido y éstos tienden
a ser masculinos, informaba el Sun-Herald.
Peligro de
fraude
En la
conferencia también se habló de la necesidad de estar en guardia contra los
fraudes de identidad. El Dr. Luca Sabatini, del Centro de Medicina Reproductiva
del Hospital St. Bartholomew de Londres, afirmó que la investigación ha
demostrado que en muchas clínicas del Reino Unido no existen suficientes
salvaguardas para comprobar apropiadamente la identidad de los
pacientes.
El equipo
del Hospital St. Bartholomew hizo una encuesta en las 70 clínicas del Reino
Unido que tienen licencias. De éstas respondieron 45, y se informó de que se
había dado el caso o se sospechaba de fraude en la identidad el paciente en el
37%.
«Nuestra
sensación es que no hay medidas suficientes para proteger la unidad, los
derechos legales del paciente, y lo que es más importante el futuro bienestar
del niño no nacido», afirmaba Sabatini.
El
comportamiento fraudulento puede consistir en obtener financiación pública que
normalmente excluiría al paciente. Puede también ocurrir cuando la pareja en
proceso de tratamiento se rompe y uno de ellos intenta continuar con el
tratamiento con otra pareja. O puede haber casos en el que el esperma de un
hombre joven se pueda sustituir por el de una más mayor, mientras se mantiene la
pretensión de que el hombre mayor será el padre legal.
Dejando a un
lado lo «no apropiado»
El tema más
controvertido en la conferencia de la Sociedad Europea de
Reproducción Humana y Embrionología fueron las pruebas genéticas. Médicos
británicos anunciaron que habían desarrollado una nueva prueba para detectar
desórdenes genéticos en embriones, informaba Reuters el 18 de
junio.
En vez de
buscar un gen alterado relacionado con una enfermedad hereditaria, la nueva
prueba busca las huellas dactilares del DNA, o marcas, cerca del gen. De esta
forma, se excluye a los embriones problemáticos y sólo se usan los sanos para la
implantación durante el proceso de fertilización in vitro.
La prueba ha
sido desarrollada por el Guy and St. Thomas’ National Health Service Foundation
Trust en Londres. Ya se ha utilizado en siete mujeres, cinco de las cuales están
ahora embarazadas.
Las críticas
contra el nuevo test fueron inmediatas, informaba el periódico británico Daily
Mail al día siguiente. «No se trata de tomar un embrión y curarlo», afirmaba
Josephine Quintavalle, de Comment on Reproductive Ethics, «sino diagnosticar
para luego tirarlos».
Simone
Aspis, del British Council of Disabled People, advertía: «Eliminar el autismo
crearía el miedo a que cualquier que sea diferente de alguna forma no sea
aceptado. Crearía una sociedad donde sólo se valorase la
perfección»
El Daily
Mail también publicaba, junto al reportaje con la noticia, un artículo de
opinión de Virginia Bovell, madre de Danny, un niño autista de 11 años. Tras
declarar que se sintió «aludida» por la noticia del nuevo test. Bovell explicó
que ella conocía muy bien las dificultades de tener un niño con
autismo.
Pero añadía
que «el ‘problema’ reside no tanto en el autismo en sí sino en la forma en que
nuestra sociedad responde ante él». Para comenzar, el gobierno podría ayudar
mucho más a las parejas con niños discapacitados, indicaba
Bovell.
«Sí,
cuidarlo puede consumir y aislar, pero puede decir sin equivocarme que Danny es
la mejor cosa que me haya ocurrido jamás y la idea de que pudiéramos haber sido
‘mejores’ si él nunca hubiera nacido me resulta intolerable»,
concluía.
Otros, sin
embargo, dieron la bienvenida al anuncio de una nueva prueba. La columnista del
Sunday Times, Miente Miriam, escribiendo el 25 de junio, describía la nueva
técnica como casi «divina» y la calificaba de la mejor noticia que había
escuchado en años.
Rechazaba
las críticas de que rechazar los embriones con problemas era jugar a ser Dios.
«Pero, ¿qué hay de malo en que los humanos jueguen en la tierra a ser Dios?»,
escribía Miriam. «Estoy totalmente a favor, especialmente porque Dios no parece
que lo haga». Concluía: «La tarea en cuestión es un hombre y ahora, en parte,
una humanidad divina».
Valorar la
vida
A principios
de año, Benedicto XVI defendía el valor de la vida en sus primeras etapas,
ofreciendo una interpretación notablemente diferente de cómo valora Dios
la vida.
Hizo estos comentarios en su alocución el 27 de febrero a los
participantes en el congreso «El Embrión Humano en la Fase de Pre-implantación»,
organizado por la
Pontificia Academia para la Vida.
Podemos
encontrar referencias en la Sagrada Escritura, indicaba
el Papa, que muestran el amor de Dios a cada ser humano, incluso antes de
formarse en el seno materno. En Jeremías 1:5, Dios dice al joven profeta: «Antes
de que te formara en el seno materno te conocí; y antes de que salieses te
consagré».
«El amor de
Dios no hace diferencia entre el niño recién concebido todavía en el seno de su
madre y el niño o el joven, o el adulto y la persona anciana», explicaba el
Pontífice. La persona humana, continuaba, está revestida de una dignidad
excelsa, enraizada en su vínculo con el Creador. Esta dignidad se encuentra en
toda persona en cualquier etapa de su vida. Por esta razón la Iglesia defiende
la vida humana como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción hasta
su muerte natural. Hoy en día esta inviolabilidad está en crisis.
Fuente: ZENIT.org, 11 julio
2006