La
carrera mortal hacia la perfección de la especie
La selección genética y
el aborto se cobran un precio muy alto
Por el P. John Flynn
Algunas
personas seleccionan embriones para tener hijos con defectos genéticos. En un
extraño cambio de lo que suele suceder la situación normal, en la que los
embriones menos perfectos son rechazados, algunos padres buscan hijos que sufran
los mismos problemas que ellos mismos tienen, informaba el 5 de diciembre el New
York Times.
El artículo
citaba un futuro estudio, de la revista Fertility and
Sterility. Una encuesta en las clínicas de fertilidad de Estados Unidos concluyó
que el 3% de las parejas utilizaron la diagnosis genética de preimplantación
(PGD) «para seleccionar un embrión con la presencia de una discapacidad».
Con la PGD
los embriones son concebidos en un laboratorio y se toma una única célula para
el diagnóstico. Los embriones que pasan el examen son luego implantados, los
«defectuosos» son dejados de lado para que mueran, y el resto de los sanos a
veces se congelan.
El 20 de
septiembre Associated Press explicaba que la técnica puede usarse con diversos
fines. Una encuesta en las clínicas norteamericanas, también publicada en
la revista
Fertility and Sterility, encontró que casi la mitad permite
utilizar la PGD para dejar a los padres seleccionar el sexo de sus hijos. Y el
23% de los centros de fertilidad permitirían que se ayudara a las parejas para
tener un hijo cuyo cordón umbilical se pudiera usar para tratar a un hermano con
una grave enfermedad.
El 3 de
septiembre el New York Times publicaba un largo artículo describiendo cómo se
usa la PGD para eliminar embriones con genes defectuosos que puedan, en un
momento desconocido del futuro, generar un cáncer. También se usa para eliminar
a los embriones que tengan genes que produzcan enfermedades como la fibrosis
cística, la anemia celular o la enfermedad de Huntington.
El artículo
presentaba los altos costes financieros de estas operaciones. Dependiendo de lo
bien que haya ido el procedimiento de fertilización in vitro, concebir un bebé
genéticamente contrastado podría costar a una pareja más de 25.000 dólares.
Además, existe preocupación sobre los efectos a largo plazo para salud que pueda
tener el hecho de sustraer, en tan temprana etapa de desarrollo, una célula de
un embrión para el análisis.
Estatuto
humano
A principios
de este año la
Academia Pontificia para la Vida examinó la moralidad de
la PGD. La
XII asamblea general del organismo vaticano, reunida en
febrero, se dedicó a considerar el embrión humano en la fase de preimplantación.
La
declaración final de la academia pontificia concluía que el embrión humano antes
de la implantación es:
-- un ser de
la especie humana;
-- un ser
individual;
-- un ser
que posee en sí la finalidad de desarrollarse en cuanto persona humana y a la
vez la capacidad intrínseca de realizar ese desarrollo.
La Academia
observaba que la decisión de si un embrión en dicha etapa es ya una «persona»
está abierta a ulteriores consideraciones filosóficas. No obstante, la
declaración indicaba: «Consideramos que no existe ninguna razón significativa
que lleve a negar que el embrión es persona ya en esta fase».
Desde el
punto de vista moral, «el simple hecho de estar en presencia de un ser humano (y
sería suficiente incluso la duda de encontrarse en su presencia) exige en
relación con él el pleno respeto de su integridad y dignidad», continuaba la
declaración. «Todo comportamiento que de algún modo pueda constituir una amenaza
o una ofensa a sus derechos fundamentales, el primero de los cuales es el
derecho a la vida, ha de considerarse gravemente inmoral».
Jugar a ser
como Dios
Pero lo que
la Iglesia ve como inmoral es considerado por otros como una virtud. En
Inglaterra, la comentarista del Sunday Times, Miente Marrin, se declaraba
«deslumbrada por la inventiva y la compasión» que hay tras la nueva técnica de
la PGD que hará más fácil detectar deficiencias genéticas en los embriones.
«Será más
fácil y mejor en todos los sentidos librarse de un minúsculo grupo de células»,
se alegraba Marrin en un artículo el 25 de junio. Y a aquellos que expresaban su
preocupación por el uso de la PGD, Marrin replicaba: «Pero, ¿qué hay de malo en
que los hombres jueguen a dios en la tierra?».
La extensión
de la PGD parece no tener límites. William Saleton, escribiendo el 17 de
septiembre en el Washington Post, explicaba cómo la PGD en sus primeros días se
utilizó para detectar enfermedades infantiles fatales. Pero ahora un número
significativo de clínicas permiten usarla para detectar problemas genéticos que
no causarán enfermedades hasta la edad adulta. Además, el riesgo de desarrollar
algunas de estas enfermedades es menos del 50%. Observaba un caso en el que el
paciente quiso evitar un gen de la artritis que sólo tiene un 20% de
posibilidades de causar problemas.
Saleton se
mostraba partidario de usar la PGD para eliminar las enfermedades graves. Pero
admitía que su uso podría conducir a una resbaladiza pendiente.
De hecho, a
principios de año el organismo británico que regula las clínicas de fertilidad,
la Human
Fertilization and Embriology Authority, suavizó la
reglamentación para el uso de la PGD. Ahora se permitirá a las
parejas examinar sus embriones en busca de genes que puedan llevar a algunos
tipos de cáncer, informó el 10 de mayo la BBC.
La decisión
recibió duras críticas de algunos grupos. Clara Mackay, de Breast Cancer Care,
declaró a la BBC que la incidencia de cáncer de mama ligada a genes conocidos
era sólo de 5 de cada 100 casos. «Esto significa que si un embrión se implanta
sin el gen afectado, el bebé podría desarrollar todavía la enfermedad y tener el
mismo riesgo durante su vida que el de cualquiera de la población en general»,
indicaba.
Abortar al
«inadecuado»
El asesinar
bebés con defectos no se detiene en la fase de la PGD. Se suele presionar a las madres
para abortar a sus hijos con problemas. El periódico británico Telegraph contaba
un caso en un artículo el 21 de mayo. Lisa Green fue presionada por su doctor a
abortar cuando se diagnosticó síndrome de Down a su bebé en la semana 35 de
embarazo.
Green
contaba al periódico cómo el doctor sólo le habló de las consecuencias negativas
de tener un bebé con síndrome de Down. A pesar de la presión siguió adelante y
dio a luz dos semanas después. Otros niños no son tan afortunados. Según el
Telegraph, en el Reino Unido el 62% de los casos de síndrome de Down son
detectados antes de nacer, y el 92% de estos bebés no nacidos son abortados.
De forma
parecida, el Sunday Times describía el 28 de mayo cómo más de 20 bebés habían
sido abortados en etapas avanzadas de la gestación por sufrir de pies deformes.
Los números vienen de los datos publicados por la Office for National
Statistics, de 1996 al 2004.
Además,
otros cuatro bebés fueron abortados porque tenían manos palmeadas o más dedos.
Estos problemas, como las deformidades en los pies, se pueden corregir con
cirugía.
Se da una
situación similar en el estado australiano de Victoria, informó el Herald Sun el
4 de junio. Según la Perinatal Data
Collection Unit del estado, hubo 12 abortos avanzados en el
2004 por bebés que sufrían de cuadros como deformidades en los pies, labio
leporino y bajo peso.
Los
esfuerzos para «perfeccionar» la raza alcanzan en ocasiones niveles que
recuerdan los tiempos nazis. Está en curso una investigación por las quejas
hechas por más de 80 mujeres gitanas de la República Checa que fueron
esterilizadas.
Los casos
datan de 1986 al 2004, informaba el 6 de septiembre el Christian Science
Monitor. El periódico añadía que también tuvieron lugar esterilizaciones de
mujeres gitanas en países como Hungría, Rumania y Bulgaria. El empuje por la
perfección médica parece que todavía no ha alcanzado sus límites.
Fuente: ZENIT.org, 22 diciembre
2006